El tiempo.

  Envejecemos cada segundo que pasa. Cada hora, cada día, cada año, cada cumpleaños, Tiempo, siempre activo, siempre vivo, siempre constante, paciente. Tiempo, imparable. No merece la pena contar los segundos que quedan para verte, no merece la pena contar los días que quedan para las vacaciones, porque el tiempo decidirá cuándo llegará. El tiempo decide si los segundos van a ser enternos, o si las semanas pasarán como horas. Tiempo, sé mi aliado, tiempo, haz que la vida sea lenta, para que podamos saborear las emociones. Tiempo, pásate a mi bando, no estés en mi contra, ayudáme a resaborear los recuerdos. Tiempo, que eres mío desde que nací, me abandonarás cuando abandone el mundo de los vivos.
  Tiempo, sonríeme, no me hagas derramar más lágrimas, arráncame más sonrisas.
Tú, tiempo, tú, insaciable, tú, inmortal, tú, infinito, tú, simplemente tú. Tiempo. Yo te regalo mi vida, mi existencia... mi tiempo. Todo lo mío es tuyo, tiempo. Tú, tiempo, observaste a los monos evolucionar, descubriste la forma de expresarte, a través de momentos, horas y días, Tú, que nos das la vida, tú que nos observas. Tú, el tiempo. Tú que estuviste en la ''Gran explosión'', en la creación del Universo. Tú, el Padre de todos nosotros. Nadie te pertenece, y tú no perteneces a nadie. Todos te necesitamos, y tú nos necesitas, para seguir vivo.
  Tiempo, nada más que Tiempo.

  ''Estoy muriendo. Estoy envejeciendo con cada segundo que pasa.'' Es una frase del libro ''Luna Nueva'', de la autora Stephenie Meyer. Estas simples oraciones me dieron mucho que pensar sobre el tiempo.