Ú L T I M A S R E S E Ñ A S

miércoles, 23 de marzo de 2016

Yo sé cómo vivir.

Esa frase salió de la boca de mi abuelo, y yo nunca la había leído en los labios de alguien. Jamás nadie me dijo que supiera cómo vivir, sino que es al revés lo que nos pasa. 

Lo que nos pasa normalmente es que nos confundimos, tropezamos con piedras, retrocedemos más de lo que avanzamos... Pero, ¿alguien que sepa cómo vivir? ¿Alguien que pueda decir con certeza que sabe cómo vivir? 

Esa frase me la dijo mi abuelo, cuando tenía dieciséis o diecisiete años. Me la dijo porque él vive en una residencia, y hizo una poesía para las mujeres que trabajaban allí. Cada mujer, según su trabajo, tienen un uniforme específico. Hay uniformes morados, azules, verdes... Y mi abuelo hizo una poesía para ellas. Cuando yo la leí, me encantó, pero le dije: 

-Abuelo, tú has hecho esta poesía para que ellas te conozcan más y sepan cómo tratarte mejor, porque tú en la poesía explicas que es lo que hacen ellas bien contigo, y así lo repetirán en un futuro. 

-Yo sé cómo vivir.- Fue su corta respuesta, pero me dio mucho, muchísimo que pensar. Porque claro, ¿quién sabe cómo vivir?

No puede ser otra persona que mi abuelo, esa persona que lleva consigo 97 años de experiencia, más cerca del siglo de vida que del medio siglo. No es un abuelo que arrastre esos 97 de mala gana, sino que a sus años aún me pueda decir que ama la vida, que se siente orgulloso de mí y de sus otras tres nietas, que tiene dos hijos que le quieren muchísimo. 

Es un abuelo que sabe lo que es perder a tus abuelos, a tus padres, a tus tíos, a tus hermanos, a tus sobrinos, a tu mujer. Y que también sabe lo que es ver nacer a tu hermana, a tus nietas, a tus sobrinos, a tus primos... Que sabe lo qué es el dolor, lo que es la alegría, lo que es la guerra, lo que es la república.. 

Es un abuelo muy especial. A sus 97 años aún escribe cartas a su nieta que está en Washington, de la cual está orgulloso. También me cuenta que su otra nieta ha estudiado una carrera preciosa, la carrera de las letras, de la cual también está muy orgulloso. También me habla de su otra nieta, la que le ayuda a subir y bajar las escaleras en Navidad. 

Y todo eso se lo cuenta a su nieta más pequeña, la que quiere aprender a vivir como él, y la que quiere poder decir algún día... ¡Yo sé cómo vivir! 

Lo dije, siempre estaré a tu vera, abuelito.