Para empezar, la protagonista del libro es la propia autora, Tara.
Nacida en las montañas de Idaho, Tara Westover ha crecido en armonía con una naturaleza grandiosa y doblegada a las leyes que establece su padre, un mormón fundamentalista convencido de que el final del mundo es inminente. Ni Tara ni sus hermanos van a la escuela o acuden al médico cuando enferman. Todos trabajan con el padre, y su madre es curandera y única partera de la zona.
Tara tiene un talento: el canto, y una obsesión: saber. Pone por primera vez los pies en un aula a los diecisiete años: no sabe que ha habido dos guerras mundiales, pero tampoco la fecha exacta de su nacimiento (no tiene documentos). Pronto descubre que la educación es la única vía para huir de su hogar. A pesar de empezar de cero, reúne las fuerzas necesarias para preparar el examen de ingreso a la universidad, cruzar el océano y graduarse en Cambridge, aunque para ello deba romper los lazos con su familia.
He de reconocer que cuando iba leyendo (y comentando) el libro, no entendía las decisiones de Tara, de su madre, de su padre, de su hermano... ¡no entendía nada! Y eso me generaba rechazo y recelo hacia la historia. Me costaba muchísimo empatizar con las ideas que se nos muestran (sobretodo con las ideas del padre de Tara, que afirmaba continuamente que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina) y había escenas que me obligaban a cerrar el libro, respirar y continuar con la lectura.
Sin embargo, ahora que he tomado distancia con la historia, con las personas que aparecen, con las ideas... me doy cuenta de lo que pretendía la autora con este libro:
- Mostrarnos una realidad poco conocida, pero que existe. Hay todavía familias y personas que creen que el mundo es una conspiración contra ellos, que no pueden ir al médico porque los sanitarios les va a envenenar a través de pastillas... Parece que es de locos, pero no hay más que ver los comentarios en Facebook o en otras redes sociales cuando se habla por ejemplo de la vacuna contra el coronavirus. Gente afirmando que nos implantan microchips 5G, que estaremos controlados por el gobierno... mil paranoias más. Y este libro refleja eso mismo, aunque llevado al extremo.
- Arrojar esperanza sobre las personas que pertenezcan a esos círculos y que quieran salir de ahí. No quiero ni imaginar cuántas Taras habrá sobre el mundo que estén atrapadas en ese tipo de familias, y el impacto que tendría este libro sobre ellas. A mí personalmente me daría muchísima esperanza y me haría ver que hay un mundo más allá de Dios. Literalmente, un mundo.
- Proporcionarnos el antídoto al aislamiento de esas personas. ¿Cuál? Nos lo dice el propio título: una educación. La educación que recibimos condiciona casi por completo el tipo de persona que seremos en un futuro. Lo bueno es que muchas veces podemos elegir qué tipo de educación recibir.
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